Estilos de Vida

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress


Estilos de vida naturales llevan a sanar, estilos de vida cuestionables a enfermar.

Dicho de otro modo: con un estilo de vida adecuado podemos crear condiciones para ser más sanos que disfuncionales y enfermos.

Si nuestro cuerpo presenta signos de acidez, si hay falta de elementos traza, si faltan vitaminas, ámino-ácidos y enzimas, si nuestras conductas más depredan que cuidan nuestras energías de vida, ¿cómo podemos pedirle al cuerpo que sea efectivo en mantener alejadas las enfermedades?

Si no le proveemos con momentos de paz y quietud interna ¿con qué lógica podemos aspirar a contar con una vitalidad ágil y fuerte para hacer frente adecuadamente a los miles de desafíos de la existencia?

Si envueltos en un enjambre de dogmas y reglas culturales reprimimos nuestras necesidades inocentes y bloqueamos la expresión de nuestros potenciales personales ¿cómo podemos pretender que nuestra vitalidad no se desanime y lentamente se vaya apagando?

Si no cuidamos, nutrimos y promovemos eso que constituye la base de nuestra vida ¿cómo podemos aspirar a una existencia en salud y auto-realización?

Nada impide hacernos cargo de esta preciosa responsabilidad: la de cuidar esto que somos. De hecho podemos hacer mucho, individualmente y en los ámbitos que nos son propios: en familia, entre amistades, en el trabajo.

Sabemos muy bien que no hay garantía alguna para no enfermar algún día de algo. Pero sabemos igualmente que mientras más medidas tomamos para alejar enfermedad de nosotros, mientras más difícil se lo hacemos, enfermaremos en forma menos frecuente. Mientras más vigorosa mantenemos nuestra vitalidad más resistentes seremos contra debilidad y disfunción - y más entusiasta, comprometida y llena de sentido podrá ser nuestra vida.

Ofrecemos herramientas para crear estilos de vida sanos.

Si usted quiere alejar la posibilidad de enfermar usted puede acudir a nosotros para asesoría y poner sus esfuerzos en crear un ambiente adecuado para que su vitalidad se mantenga en los cauces normales, le ayude a defenderse de agentes externos de enfermedad, o no se transforme ella misma - por desgaste innecesario, tensión y agobio - en la gestora de alguna anomalía o posterior enfermedad.

Si usted ya sufre alguna enfermedad así llamada degenerativa (cáncer, diabetes, disfunciones cardiovasculares, etc) y quiere disminuir la presencia y el impacto de las complejas fuerzas que lo llevaron a ella y que lo mantienen permanente amenazado de más y peor daño, usted puede acudir a nosotros con el fin de revertir estos procesos en pequeña o gran medida según sus posibilidades, determinación y placer en lo que hace.

La evidencia mundial de los últimos años le acompaña para realizar una de las tareas más descuidadas e importantes que se pueden llevar a cabo para ingresar al ámbito de la salud y de la auto-realización: cambiar el estilo de vida en asuntos fundamentales para bien de su vitalidad.

Las herramientas que ofrecemos abarcan 5 áreas:
- nuevos criterios de alimentación
- atención al cuerpo
- enfrentamiento proactivo del stress
- revisión de prioridades existenciales a partir de una mayor integración emotiva, una expresión más asertiva de la autonomía personal y del sentido de vida
- proximidad con la naturaleza junto a la vivencia de veneración, gratitud y espiritualidad.



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Sanar

Jennifer Middleton, Psicóloga Clínica - Psico-oncóloga
Jens Bücher, Ing.Com., Fellow, American Institute of Stress

El cuidado de la propia vitalidad parece ser la actividad más importante de todo ser viviente. Plantas y animales cuidan mantener su vitalidad en el óptimo, reaccionando a las necesidades internas y externas de acuerdo a las posibilidades incluidas en su desarrollo como especie.

Los seres humanos hemos perdido cercanía con esta realidad básica. Esto ha ocurrido en forma paralela al desarrollo biológico de nuestra inteligencia. Junto al desarrollo intelectual hemos desarrollado mundos conceptuales - escenarios de vida - alejados de la naturaleza tanto externa como interna. Más aún, dentro de estos escenarios culturales generados últimamente, hemos creado prioridades existenciales que muchas veces atentan directamente contra nuestra vitalidad.

Volver a ser leales con la vida, reverenciarla y agradecer estar vivos parece ser el camino del futuro, re-encontrarnos con la riqueza de la experiencia vital, vivenciar nuestras emociones y sentimientos a su plena validez, re-descubrir el sentido en cada cosa que hacemos, en fin, acercarnos respetuosamente a la instancia que nos presta al tiempo parece ser de una importancia sin igual.

Así - del trabajo que hemos desarrollado en el Centro de Desarrollo de la Persona en las últimas décadas y dedicado básicamente a las personas en procesos de enfermedades graves - ha emergido una cosmovisión íntimamente ligada a nuestra naturaleza y a las increíbles fuerzas de restitución de la salud que tenemos incluso en situaciones extremas. Durante la realización de nuestro trabajo tenemos a veces la impresión que nuestra naturaleza, aun maltratada y depredada y por tanto enferma, sólo está esperando condiciones de buen trato para recuperarse.

La cercanía a nuestra naturaleza ha abierto una dimensión no sólo al ámbito de la salud, sino también a la riqueza de la experiencia vital en sus múltiples aspectos, a la creatividad, a la sensación de libertad y apertura, a amplitud y profundidad, a aspectos éticos y estéticos de la vida, a paz y sosiego, a generosidad espontánea y natural, a la vivencia de auto-realización y de gratitud, y de muchas otras cosas.

Todo esto supone - más que una ampliación - un cambio de prioridades existenciales a favor de nuestra vitalidad, y con ello, una apertura a la realidad de nuestra propia naturaleza.

Las herramientas que hemos desarrollado para ayudar en la realización de este cambio de prioridades existenciales está disponible sin que requiera usted enfermar o estar en crisis. Si usted ha llegado a la conclusión que es conveniente hacer algo importante y valioso para bien de su vida, su salud y su auto-realización le invitamos a acercarse a nuestras oficinas o a contactar a Jennifer Middleton, Psic.Clínica o a Jens Bücher, Ing.Com. via email. Ofrecemos una amplia gama de servicios - talleres, psicoterapia, consultoría - con el fin de asistir en el proceso de cambio hacia una vida más sana y plena.


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Nuestros Estilos de Vida

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Dos destacados científicos del ámbito de la física han hecho pronunciamientos similares respecto a la medicina del futuro, en especial a la necesidad de transitar de un fundamento de ciencia químico a uno físico, y de volver a una medicina holística (no parcializada como la actual). Ambos - cada uno a su manera - ven la importancia de que el individuo se haga cargo de la responsabilidad que le cabe por su propia salud, y apoyan la validación de aproximaciones médicas antiguas, como la medicina china, por ejemplo, y de visiones psicológicas funcionales (como la que hemos estado enseñando y aplicando en nuestro Centro desde hace tres décadas).

Uno de ellos es Fritz Albert Popp, físico, biofísico y médico, el descubridor de los biofotones emitidos por la célula viva y de los campos bio-electromagnéticos asociados. De la descripción de los procesos auto-regulatorios de la célula emerge la importancia de la luz como la energía que regula y sostiene los procesos vitales. Gran parte del instrumental médico cuántico que se aplica hoy en día en el mundo tiene su origen en el trabajo desarrollado por Popp y los institutos de ciencia chinos, rusos, americanos, hindúes y japoneses asociados al instituto de Popp.

El otro científico es Hans Peter Dürr (Premio Nobel de la Paz), quien asumió la dirección del Instituto de Física que dirigía el Premio Nobel de Física Werner Heisenberg. Sostiene Dürr que la experiencia en el ámbito de la teoría cuántica (materia y energía son dos aspectos inseparables y constituyen una realidad que sólo se puede entender y manipular en forma holística) debiese ingresar a la de las ciencias biológicas: cuerpo y vitalidad constituyen una unidad de salud que debe ser entendida como tal, es decir, como una unidad holística. El rol creciente del médico ha de consistir en apoyar empáticamente al paciente en su calidad de responsable de encarar los cambios necesarios para integrarse y adaptarse adecuadamente. La capacidad del médico de participar, de sentir y de dar la confianza al paciente en el sentido que éste será capaz de desarrollar las habilidades de vida necesarias frente a su enfermedad, será progresivamente más importante, opina Dürr, en el ejercicio de la profesión médica.

Es lo que venimos sosteniendo, desde otra perspectiva, desde hace más de 25 años. Tenemos que aprender a ser aptos biológicamente en un entorno existencial muy alejado del que dio pauta a nuestra adaptación como especie. El mundo desarrollado, y en especial la forma como vivimos en este mundo, se está convirtiendo en el desafío más grande a nuestra salud.

Nuestro estilo de vida requiere de una adaptación consciente y eficaz a los cambios de las últimas décadas, a la creciente industrialización, polución, depredación y al agobiante stress que sufren cada vez más personas. En nuestro Centro hemos desarrollado un programa de cambios de estilo de vida para ayudar a las personas, de cara a más y peores enfermedades, a vivir en forma lo más sana posible. Este programa abarca las áreas mental-emocional, el de la alimentación, el del cuerpo y el del enfrentamiento del stress. Hemos reunido el conocimiento y la experiencia de terceros y de nosotros para poner a disposición de la persona interesada las herramientas más efectivas para vivir sanamente.


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Estilo de Vida - Resumen

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Las personas que han desafiado exitosamente un pronóstico de muerte próxima ("prepara tus cosas, te quedan tantos meses de vida") y viven décadas después del pronóstico hecho por su oncólogo tratante, lo hacen porque han realizado cambios serios y radicales a su estilo de vida.

Estilo de Vida, el libro escrito por Jens Bücher, abarca un conjunto de criterios, estrategias y acciones para realizar un cambio de estilo de vida amplio y profundo. A continuación se enuncan las ideas principales.

Cuide su vitalidad. Ella es la base sobre las cuales se asientan las innumerables funciones que le mantienen en vida, desde sistemas complejos como funciones cardiales, pulmonares, digestivas, del sistema inmune, reproductivas, etc., hasta las más pequeñas, de respiración celular, osmóticas, genéticas, etc. Una vitalidad cansada, depredada, es la antesala para muchas enfermedades, entre ellas el cáncer.

Reduzca los factores de riesgo asociados a una pérdida de vitalidad y a la emergencia de cáncer:
- mala alimentación,
- descuido de necesidades corporales,
- exposición a stress fuerte y continuo,
- represión emocional,
- pérdida relativa de la autonomía personal,
- falta de sentido de vida,
- lejanía de la naturaleza y de la espiritualidad.

Alimentación: acorte el camino entre la naturaleza y su boca.
Deje de consumir:
- la leche de vaca y los productos lácteos derivados de ella, excepto eventualmente la mantequilla y el yogurt,
- las carnes rojas,
- la alimentación de origen industrial (empaquetada, envasada),
- el azúcar y todo lo que la contiene,
- la mayoría de las grasas,
- alimentos muy ricos en calorías (grasas, aceites, otros);
- restrinja severamente el insumo de té y café, alcohol, carbo-hidratos refinados,
y dé preferencia a:
- verduras en la más amplia variedad posible, y consúmala de preferencia crudas,
- fruta de la estación,
- semillas: avena, trigo, centeno, arroz, maravilla, sésamo, zapallo, chía, etc,
- todo tipo de bayas (mora, arándanos, frambuesa, etc),
- productos lácteos de cabra: leche, quesillo, queso,
- pan integral (hecho en casa, con harina integral y semillas),
- salmón, sardinas, aceite de oliva virgen, excepcionalmente aceite de maravilla,
- pescado,
- champiñones,
- legumbres;
eventualmente apoye con minerales, elementos traza, vitaminas, ámino-ácidos, coenzimas y otros,
cocine corto, mejor a baja temperatura (bajo 45 ºC), consuma el caldo;
consuma:
- agua, filtrar si es necesario,
- té verde, té de hierbas,
- jugos de fruta preparados al momento,
- leche de avena, trigo, arroz, soya, etc.,
- limonada más bicarbonato de sodio (un cuarto a media cucharita para un vaso) en caso de acidez;
respire:
- aire puro, de bosque, playa, cordillera;
haga ejercicios de respiración.

Atención corporal:
evite peligros y excesos (campos electromagnéticos, irradiación natural y tecnológica, tóxicos, calor, frío, humedad, oscuridad, violencia),
escoja un lugar agradable para vivir,
ejercite un yoga lento, flojo, sensual, relajado,
practique meditación,
realice prácticas de relajación,
corra o trote,
haga deportes con pelota y similares,
realice trabajos diversos (jardín, casa),
haga gimnasia, natación, paseos, baile, juegos y chacota,
aplique teoría y práctica de medicina china,
vaya a sesiones de acupresura, masaje y otros,
efectúe programas de desintoxicación,
asista a baños termales,
expóngase a baños de sol (con precauciones),
realice ejercicios de sensualidad (caminar descalzo, exposición a aguas caliente y fría, refriegue de piel, baños de sal, etc), y
haga cualquier otra cosa que quiera venirle en mente (jardinear, reparar objetos, trabajar con greda, observar pájaros, interactuar con animales, etc).

Stress: el stress es una reacción natural frente a lo que se percibe como una amenaza. El stress consume altos niveles de vitalidad (si quiere envejecer más rápido déjese estresar continuamente). Amenazas a nuestra integridad biológica las hay reales (un tigre en la cercanía, un camión en nuestra dirección) e imaginarias (tengo que obtener una buena calificación, qué va a decir la gente de mí en esta difícil situación en que me encuentro). Debemos reducir drásticamente las amenzas imaginarias, las amenazas a nuestro status social, profesional, familiar, etc., a no ser perfectos, a no tener tiempo para hacer lo que otros esperan de uno, a no ser puntuales ahora, a no tener todo lo que otros tienen, a no gozar de más poder, de más riqueza económica, etc., etc. Lo que lleva a varias preguntas: ¿quiero estresarme por lo que me estreso?, ¿quiero gastar mi vitalidad en este stress?, ¿vale la pena exponerse a una enfermedad por estas cosas?

Represión emocional: consecuencia directa del stress es reprimir la información biológica que nace en nuestra intimidad (emociones, sentimientos, sensaciones, intuiciones) para poder enfrentar adecuadamente el peligro externo que amenaza la existencia. En estados de stress se intelectualiza la experiencia de vida. Es necesario reconquistar la riqueza emotiva en que vive un animal o un niño. Los animales no cuentan con una inteligencia tan desarrollada como la nuestra, pero su riqueza perceptiva les matiene al tanto de sus necesidades biológicas (un tigre es una máquina de salud, y continuamente sabe lo que necesita).

Autonomía personal: un animal que sabe lo que quiere puede expresar este anhelo en acciones que le llevan a satisfacer sus necesidades actuales. Pero los humanos, habitualmente anteponiendo ideas, conceptos y responsabilidades a los sentimientos, percepciones y emociones que dan cuenta de las necesidades personales, desconocen lo que necesitan, y malamente pueden hacer autónomamente lo que es necesario hacer ahora. Pero el ejercicio permanente de tomar contacto con emociones y sensaciones permite alejar el stress y las intelectualizaciones asociadas, llevar estos contenidos a la conciencia y actuar de acuerdo a ellos. Es cosa de cambiar las prioridades de vida, de respetar las necesidades biológicas, de poner la inteligencia al servicio de la biología - en vez de seguir depredando esto que nos constituye.

Sentido de vida: la educación que se imparte en los últimos siglos pretende condicionar al niño a ser un ente útil y servicial para la sociedad, y lo hace con crecientes niveles de rigor, de manera que el chico pierde paulatinamente confianza en sí, en sus potenciales personales, en sus anhelos y en sus necesidades de auto-realización. Ante este escenario interno de obligaciones, demandas y responsabilidades su vitalidad comienza paulatinamente a apagarse, a desmotivarse, a perder el norte, la persona va perdiendo sentido en forma creciente en lo que hace, vive y siente. Si queremos devolver lozanía, vigor y entusiasmo a la vitalidad debemos encontrar cosas que le sean importantes, que la hagan "vibrar", que tengan sentido para ella. Todo esto al margen de las habituales categorías de rutinas, responsabilidades y obligaciones. Muy en el fondo de uno debemos plantear la pregunta: ¿de qué tengo ganas? ¿Qué me mueve?

Naturaleza y espiritualidad: durante millones de años hemos vivido en la naturaleza, y ella es, por así decir, nuestra casa de referencia, nuestro hogar biológico. Volver a este lugar con frecuencia es estimulante para nuestra vitalidad. Es necesario hacer "inmersiones profundas" en algún lugar de la naturaleza, mar, cordillera, río o lago, guardar silencio, dejarse "alimentar" por la experiencia, agradecer y sentir reverencia por ella y por la experiencia de vivir.


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Estilo de Vida

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

A raíz de la publicación del libro Estilo de Vida he tenido el privilegio de haber sido invitado a contribuir a Mundo Mujer con artículos relacionados a este tema, a cómo he percibido vivencias y acontecimientos relacionados a las actividades que realizamos desde hace casi tres décadas en el Centro de Desarrollo de la Persona CDP:

Con Jennifer Middleton creamos el año 1988 el CDP (www.persona.cl). El año 2001 dimos por primera vez nuestro Curso de Estudios Superiores en Psico-oncología, de dos años de duración, aquí en Santiago y en Argentina. Las personas que acuden al CDP vienen motivadas por distintos intereses, siendo la presencia de un cáncer un motivo que se repite más de lo que nos gustaría...

Hasta hace unas pocas décadas el cáncer de mama incidía casi exclusivamente en mujeres de más de 65 años. Esto está cambiando desgraciadamente. Estamos viendo con creciente frecuencia mujeres jóvenes, de 40 a 50 años, con cáncer. Y no falta el mes en que no aparezca alguien con 27, con 23 años y ya enferma. ¿Qué está pasando? ¿Qué estamos haciendo mal?

Para encarar esta génesis temprana de la enfermedad creamos herramientas conceptuales que nos ayudan a comprender lo que está sucediendo, y - con la colaboración de la persona afectada y unos granos de suerte - a revertir estos procesos patológicos.

Unos de estos conceptos indica lo siguiente: entre un estado primario de salud y lozanía vital, y una persona enferma, hay factores de riesgo, factores que exigen y estresan nuestras capacidades normales. A mayor stress mayor depredación de la vitalidad, y con ello un sistema inmune debilitado que no es sostenido y apoyado adecuadamente por esta vitalidad disminuida.

¿Y si revertimos los procesos que llevaron al stress? ¿Qué pasaría si eliminamos los factores de riesgo, si los contrarrestamos, si los disminuimos radicalmente? ¿Se restablece la biología, vuelve a sus antiguos cauces, vuelve la persona a reconquistar espacios de vida sana?

Estudiamos a personas desahuciadas por sus oncólogos que viven, después de profundos cambios de estilo de vida, durante varias décadas sanas, felices, auto-realizadas. Lo que nos parecía lógico en la mente estaba ocurriendo de veras allí en la realidad. ¿Y qué son cambios profundos? ¿Cuáles son los factores de riesgo que estas personas enfrentaron de forma tan eficaz?

El libro mencionado arriba da respuesta a estas preguntas. En talleres, seminarios y retiros trabajamos sobre estos temas, involucramos a las personas a cambiar desde cosas cotidianas a otras más complejas, a preguntarse cosas fundamentales, a buscar en su intimidad las respuestas a sus necesidades postergadas y bloqueadas. Las estimulamos a cuidar, nutrir y fortificar su vitalidad, a buscar su sentido personal y a expresarse en forma autónoma.

Hemos vuelto nuestra mirada al pasado y hemos encontrado personas sabias e íntegras que no se dejaron, o probablemente no se hubiesen dejado, llevar por lo que está hoy de moda, el apuro, la tensión y el stress. Y en ellas hemos encontrado inspiración para decir y hacer lo que es necesario para ayudar a vivir en forma más sana, integrada y auto-realizada.

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Otto Hoffmann

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Otto Hoffmann (cuñado de Lola Hoffmann) fue médico y realizó su carrera profesional en el antiguo Instituto Bacteriológico. Lo conocí el año 1964 en el aeródromo de Tobalaba (él iba a Vichuquén en su avión), ocasión en que - a petición de quien sería más tarde mi suegra - quiso ayudarme en decisiones de estudio universitario. Más adelante conversé en repetidas ocasiones con él en su casa de Pedro de Valdivia. Siempre el mismo: generoso, despierto, estimulador, abierto de mente como pocos otros que he conocido en mi vida.

Lo traigo a la memoria por lo notables que me resultan hoy, año 2015, opiniones que sostuvo tantas décadas atrás. Proveniente de un mundo altamente intelectualizado y culto, acostumbrado a un pensar riguroso por sus responsabilidades científico-profesionales, me incentivó a estudiar a chamanes, sanadores naturales y a animales en general, y a no dejarme impresionar más allá de lo necesario por los avances científicos de la medicina contemporánea.

Años más tarde me regaló un libro de diagnóstico de medicina china escrito por un científico contemporáneo alemán, Manfred Porkert. Esto era medicina china en serio.

Un día me puso una varita busca-aguas en las manos y me hizo cruzar la entrada de su casa. No, desilusión en su cara y en la de su señora. No soy un buscador de agua innato. Me dio la mano, una punta de la varita cada uno en la otra mano y juntos repetimos el cruce. La varita bajó y tiritaba con fuerza. "¿Ves?, me dijo, hay fuerzas que no conocemos en detalle pero que son bien reales."

"Elefantes caminan a veces cientos de kilómetros por el desierto, sin referencias visuales recordables", me dijo un día, "y en un momento la matriarca para de caminar y empieza raspar el suelo con un pie - hasta que brota agua. ¿Cómo supo? ¿Ves?"

¿Qué diría él de la manera en que se ejerce la medicina hoy?

Un día se le acercó en Llico una mujer desesperada. "Mi marido está mal, doctor, por favor vaya a verlo." "No, le contestó él, llame de inmediato a Curicó para que lo vengan a buscar en avión, hágalo de inmediato, es urgente." Así hizo ella, se lo llevaron a tiempo y le salvaron la vida (peritonitis aguda). "¿Cómo supe que era una peritonitis avanzada si nunca lo vi? No sé, la mirada de la mujer, recuerdos de mis estudios, no sé, pero sí sabía que era una peritonitis y que en el lugar no tenía yo cómo salvar a ese hombre."

¿Intuición? ¿Energía?

Tec cerrado dijo en otra ocasión cuando se llevaron al huaso herido (se había caído del caballo) a un hospital. El médico que lo atendió en el hospital buscó a este médico extraño que andaba en el campo para conocerlo y preguntarle ¿cómo supo usted que ese era el diagnóstico? "No sé, me contó a mí, no sé, pero que era tec cerrado, era tec cerrado". Sonrisas.

¿De qué seguridad natural gozaba Otto Hoffmann?

¿Era uno de esos sanadores sabios que todos querríamos tener cerca en nuestras vidas?

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Salud y médicos chinos

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Los médicos chinos de la antigüedad definieron la salud como
- la capacidad, y
- la voluntad
por preservar las funciones vitales guardadas en la intimidad. Es una definición aplicable no sólo a los seres humanos. Una araña que al día siguiente de un incendio de bosque teje su red lo demuestra (un fotógrafo tomó años atrás una escena tal sobre el trasfondo de restos de árboles y arbustos todavía humeantes). La araña tiene la capacidad para esconderse bajo tierra mientras pasa el incendio, y también la voluntad para hacerlo.

Los seres humanos en cambio, teniendo la capacidad, no siempre aplicamos la voluntad para mantenernos sanos.

La educación condiciona desde temprana edad al niño a adoptar conductas y criterios de auto-control y de postergación de impulsos y necesidades. Al baño puede ir recién suena la campana. A jugar puede ir sólo a ciertas horas.

Durante el largo período de aprendizaje que abarca adolescencia, juventud y adultez inicial la persona va perdiendo relación y espontaneidad consigo misma, la enseñanza de facultades y habilidades sociales la insensibiliza paulatinamente respecto a sus potenciales y capacidades personales, y la voluntad para ejercer potestad sobre sus funciones vitales es debilitada progresivamente. Si a este estado de cosas agregamos la insensibilidad natural que nace de estados de stress tenemos un escenario propicio para la emergencia de disfunciones que en sus inicios pasarán desapercibidas en gran proporción.

Un cambio de estilo de vida incluye un replanteo de prioridades existenciales. ¿Quiero hacerme cargo de mi salud? ¿Hasta qué punto es defendible mi entrega por el bien de otras personas si esto significa deslealtad y descuido para con la persona que soy yo? ¿Hasta qué punto puedo mostrar generosidad para con otros si al mismo tiempo destruyo esto que yo soy?

¿Cuál es el punto de equilibrio entre una sana asertividad de lo propio y la generosa entrega al prójimo - o al trabajo, a la familia, a la casa, a asuntos culturales y sociales, y a otras responsabilidades y obligaciones del mundo actual?

Y de vuelta al trabajo que realizamos en el CDP: llegan a nuestras oficinas personas generosas, inteligentes, sensibles (esta mezcla terrible), con una historia interminable de compromiso y servicio al prójimo (a los prójimos), devastadas en su vitalidad, destruidas en su sentido de seguridad y de aptitud vital, a veces con una enfermedad grave a cuestas. No sólo las destruyó el mundo sino también ellas a sí mismas, fueron ellas las que en gran medida permitieron que el mundo pidiera de ellas más y más, en fin, que las maltratara. Teniendo la capacidad para proteger sus vidas, su salud, "las funciones vitales guardadas en su intimidad" al decir de los chinos antiguos, no emplearon su voluntad para hacerlo.

Para estas personas es hora de hacer cambios. Cambios importantes. Cambios grandes.

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Los inicios del cambio

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

La persona que acude al Centro de Desarrollo de la Persona CDP habitualmente es una persona que está pasando un mal momento, ya sea porque está en crisis de algún tipo (personal, familiar, de pareja, profesional) o porque está enferma, y busca apoyo psicológico, una ayuda para salir de esta crisis o de esta situación de salud comprometida. Y desde luego, las psicólogas que trabajan en el CDP quieren prestar esta ayuda - de la mejor manera posible.

Esta ayuda pretende ir más allá de los signos externos que trajo a la persona al CDP. Es nuestra costumbre ver estos signos como señas de problemas subyacentes más extendidos y frecuentes. Junto a la persona buscamos los factores que llevaron a la crisis, o a la enfermedad, para ver si esto es realmente cierto, si hay factores que conviene solucionar antes de seguir el camino. De esta manera queremos eludir la corrección superficial de la situación actual, y proveer de criterios y aptitudes amplios y profundos para la solución efectiva del problema, útiles también a mediano y largo plazo.

Pero criterios y aptitudes por sí no solucionan nada: es necesario comprometerse con acciones concretas, con cambios de prioridades, con rutinas distintas a las habituales - algo que no pueden hacer las psicólogas por la persona sino debe ella asumir la responsabilidad por realizarlas.

Hay personas que asumen esta responsabilidad por efectuar realmente los cambios necesarios. Con placer enfrentan las dificultades nuevas, reservan tiempo para prácticas y ejercicios, anotan vivencias importantes, leen, indagan, preguntan, amplían sus conocimientos, se ponen en contacto con otras personas, se mueven, cambian sus vidas en lo que se muestre necesario - todo con la meta de salir efectivamente de la situación de crisis o de enfermedad.

Y hay personas que no asumen esta responsabilidad, este compromiso para bien de ellas mismas. Dilatan. Viajan. Fallan a las sesiones. No hacen ejercicios terapéuticos, dicen no tener tiempo para hacerlos, llegué tarde del festejo familiar, tengo mucho trabajo. A veces con un cáncer avanzado, o con otro diagnóstico grave, con evidencias claras frente a sus ojos, con familiares desesperados. Me hace bien venir a conversar contigo pero no me pidas más.

La desidia de estas personas constituye el límite a nuestros esfuerzos. No se puede obligar a alguien a hacer cosas - además no tiene sentido: lo que buscamos es una conversión interna a favor de ellas mismas y en detrimento de intereses ajenos a sus intereses naturales, sean estos culturales, sociales, económicos, de prestigio, profesionales o cualesquiera otros. El anhelo obvio nuestro de querer ver a la persona cuidarse, preservar su salud y su vida se quiebra ante esta comodidad suicida. La persona se siente a gusto en la "zona de confort" en que ha vivido, y el hecho que esta zona de confort de alguna manera significativa es el origen mismo de su crisis parece no importarle. Ante nuestros ojos se despliega entonces un creciente deterioro, proceso sobre el cual dolorosamente sentimos no tenemos potestad para cambiar. Quod natura non dat, CDP non prestat.

En el inicio de todo cambio efectivo hay una visión, una esperanza, una osadía, una apuesta - y los cambios positivos posteriores son sólo consecuencia de ellas. En las personas que asumen riesgo e incomodidad, hacen camino hacia lo desconocido dentro de ellas mismas, actúan, ejercitan y cambian muchas cosas, vemos correspondidos nuestros propios esfuerzos en bien de ellas, el sentido último de nuestra actividad de apoyo y ayuda.

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Prioridades existenciales

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Un animal, a la hora de preservar su vida y de mantenerse sano, hace uso de sus capacidades innatas. En realidad todo lo que hace un animal es justamente esto: empeñarse en mantenerse vivo y sano. Sus capacidades emotivas, sensitivas, intuitivas, su inteligencia - todo le sirve continuamente a este propósito.

No así nosotros. Durante los últimos siglos educamos desde temprana edad a los niños para fortalecer sus aptitudes sociales, para integrarlos a la cultura de sus padres, para convertirlos en miembros útiles a la sociedad. Estimulamos su inteligencia, sus capacidades de aprendizaje, de memorizar, de integrar conocimiento ajeno a sus propios mundos. Después de 12, 18 ó más años de educación y práctica preparatoria para desenvolverse en el mundo laboral complejo de estos días, sus capacidades innatas para cuidarse a sí mismos han sido relegadas a posiciones de descuido, sino del todo reprimidas de su visión de mundo. La persona adulta de hoy está recién ahora, en los últimos años, aprendiendo a focalizar su atención de nuevo en cosas elementales de su vida y de su salud.

Hay personas, desgraciadamente, que no quieren hacerse cargo de esta tarea elemental de todo ser viviente, la de esforzarse por preservar su salud. En el CDP observamos a veces a personas con serios compromisos de salud que se niegan a tomar su vida en sus manos, hacer los cambios necesarios y salir de estados críticos. Ven claramente su situación, saben lo que tienen que hacer - y no quieren tomar el camino interno para cambiar sus prioridades existenciales, hacer lo que saben que tienen que hacer y con ello eventualmente salvarse. Prefieren mantenerse en lo conocido, en la comodidad de la supuesta zona de confort de lo establecido, aunque esto signifique morir a corto plazo. Genio y figura hasta la sepultura. El mito que la sociedad lo es todo (y que fuera de ella no hay nada interesante, tampoco su propia naturaleza) mantiene como hipnotizada a la persona, sorda a la súplica del familiar o de quien le da un consejo. No quiere osar, no quiere jugárselas por otras posibilidades, entusiasmarse por la vida y sus innumerables dones. No quiere despertar.

Este mantener como válidas y supremas las prioridades establecidas por la sociedad y ajenas a las necesidades íntimas, por encima de prioridades básicas de auto-conservación, lo podemos interpretar correctamente como un suicidio aceptado socialmente.

Las personas que hacen grandes cambios (las más de las veces se salen de las estadísticas fatídicas) parten cambiando sus prioridades de vida, y a continuación se entregan a hacer lo necesario. Integran emociones y sentimientos, actúan de forma autónoma y en concordancia con estas emociones, buscan sentido de vida basado en sus necesidades biológicas, se acercan a la naturaleza, se alimentan sanamente, dejan atrás una vida sedentaria y se defienden eficazmente contra el stress.

Cambiar las prioridades existenciales es un problema que la persona no va a solucionar por medio de su inteligencia, sino emocionalmente. En momentos de silencio e intimidad se va a preguntar si quiere o no vivir, si quiere vivir plenamente, enamoradamente, con un sentido de vida propio, si quiere abrir las puertas a las vertientes de sus potenciales personales postergados, si quiere cuidar su vitalidad, reverenciarla y agradecerla.

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Emotividad: un nuevo (antiguo) paradigma

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Las emociones juegan un rol importante en la salud de los animales: según lo que sienten es lo que hacen. Hambre, miedo, cansancio, excitación, etc son los grandes guías y motivadores de animales chicos y grandes. Los humanos hemos alejado o suprimido en gran medida esta información de nuestras vidas, considerándola en distintas situaciones como baja, inoportuna, inútil, comprometedora o molesta. Con la arrogancia propia de las capacidades nuevas del ser humano hemos despreciado una fuente inagotable de salud, creatividad, compasión, compromiso y sabiduría. Pareciera que lo único importante en nuestras vidas es conquistar un lugar alto en la escala del prestigio, del rendimiento intelectual, del status social, del poder o de la riqueza económica, vale decir, cosas sin ninguna relevancia biológica o por el contrario atentatorias contra el sano y natural desenvolvimiento de las funciones vitales guardadas en nuestra intimidad.

La presión epigenética que altera la genética normal de nuestras células - con ello llevando a cáncer y otras enfermedades - no se genera sólo a partir de una mala alimentación, de una vida sedentaria, de aire contaminado o del tabaco. En los primates en general y muy especialmente en los humanos los mecanismos naturales de defensa (stress) propician el uso de la inteligencia y promueven la represión de la sensibilidad, de los sentimientos y de las emociones, y dañan seriamente la vitalidad. La falta de sensibilidad, de integración de sentimientos y de emociones, nos conduce a errores existenciales, porque nos impide saber que estamos cansados y que deberíamos descansar, nos impide saber todo lo desmotivados que podemos estar frente a alguna tarea que sin embargo seguimos realizando, así depredando aún más nuestra deteriorada vitalidad, nos impide saber lo necesario en todo orden de cosas.

F.A.Popp definió dos décadas atrás el nuevo paradigma (físico) de la salud: somos campos bio-electro-magnéticos coherentes. Pierde la coherencia interna del campo y te enfermas. Y esto es lo que pasa con el cáncer: un enfermo de cáncer pierde coherencia biológica, y Popp lo demostró claramente en sujetos con y sin cáncer. Si nuestro estado biológico es sub-óptimo, y la información que representa este estado (sentimientos, intuiciones, emociones) no llega a nuestra conciencia porque la bloqueamos voluntariamente o como efecto de un estado de stress, difícilmente podremos tomar las medidas necesarias para corregir este estado, lo perpetuamos año tras año, década tras década - hasta que algún día un diagnóstico maldito golpea a la puerta.

Basados en la experiencia reunida en el CDP venimos sosteniendo, desde hace casi tres décadas, la necesidad de integrar nuestras emociones a la conciencia, y basados en esta información vivir en forma autónoma y con sentido de vida, coincidiendo con Popp en este hecho fundamental: que no se puede ser una persona sana a largo plazo si no llevamos vidas coherentes internamente. Integración emotiva, autonomía y sentido de vida son pilares básicos de la salud con los cuales podemos restituir, aunque sea sólo precariamente, los mecanismos naturales con que contábamos milenios atrás y con que cuentan todavía hoy los animales para vivir sanos. Nosotros llegamos acá al presente no porque había en la estepa, en la sabana o en los bosques de África una isapre, un seguro contra todo evento, un ministerio de salud o un centro asistencial cercano. Pero sí había una riqueza de información de calidad inigualable, en forma permanente, en la conciencia de todos nosotros.

No vamos a cambiar un paradigma de hoy a mañana. Pero podemos esforzarnos, día a día, a reconquistar algo de lo perdido, y llevar así vidas de más riqueza, más sanas, con más sentido y con muchas otras cualidades hoy olvidadas.

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Prevención en salud

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Hablar de un Papanicolau o de un examen mamario como prevención nos parece un sinsentido: lo que se puede detectar en un diagnóstico es ya enfermedad de una u otra manera, y corresponde a una detección precoz de un estado patológico en curso, y es "precoz" respecto a una detección eventualmente posterior y de un estado de enfermedad más avanzada. Pero prevención debe ser un esfuerzo por mantener alejada toda enfermedad.

A las enfermedades, a los cambios somáticos, detectables por la medicina alópatica, precede un conjunto de disfunciones difíciles o imposibles de detectar por nuestra medicina habitual. En medicina china se pueden detectar disfunciones biológicas mucho antes que la persona pueda identificar alguna de las disfunciones conocidas en nuestro medio cultural (como dolores de cabeza que vienen y van, irregularidades menstruales, gastrointestinales, respiratorias, etc). Un diagnóstico chino puede ser en este sentido un diagnóstico mucho más precoz que cualquier otro. Pero en esencia muestra un desvío funcional del óptimo, vale decir, una pérdida de un equilibrio básico. Una disfunción detectable en medicina china es más o menos fácil y rápida de corregir. No quita sin embargo que a estas alturas estamos ya corrigiendo algo que anda mal, o que está empezando a ir mal. ¿Qué es prevención entonces? Es evitar que algo comience a andar mal.

En el CDP hemos reunido y creado criterios destinados a evitar o demorar que algo comience a andar mal. Estos criterios rondan en torno a una idea central: hay que cuidar la vitalidad, la vitalidad que da la energía necesaria para que se realicen y desarrollen correctamente las funciones biológicas que nos constituyen. Una vitalidad debilitada se convierte muy luego en una vitalidad disfuncional, con excesos y deficiencias, pérdida de coherencia y otras características bien definidas en medicina china. Prevención significa para nosotros en el CDP mantener la vitalidad en su óptimo.

Para debilitar la vitalidad, para sacarla de su óptimo, se necesita exponerla a los así llamados factores de riesgo (campos electro-magnéticos, tóxicos en alimentación y aire, excesos conductuales, privaciones de diversa índole, tensión, falta de autonomía, de sentido y muchos otros). Estos factores de riesgo estresan a distintos niveles (celular, tejidos y órganos, la persona en su integridad) la vitalidad subyacente a todo lo que somos, sentimos y hacemos. Podemos debilitar y depredar nuestra vitalidad por períodos cortos sin que ocurra nada malo con nuestra salud, algo se hará cargo internamente y restituirá todo a niveles sanos de nuevo. ¿Pero qué es un período corto, cuándo deja de serlo? ¿Un mes? ¿Un año? ¿Podemos andar con altos niveles de tensión sin enfermar desde el kinder hasta obtener un título universitario?, ¿hasta cumplir 30 años?, ¿hasta los 50? ¿O hay niños que desarrollan disfunciones gastrointestinales a los pocos años y su primer cáncer a los 18? De nuevo ¿qué es un período corto?

Estas preguntas nos llevaron décadas atrás a desarrollar modelos de salud definidos y concretos, criterios que poco tiempo atrás transformamos en características de un estilo de vida sano. Estos criterios abarcan atención a nuestra alimentación, a necesidades corporales de diversa índole, a un enfrentamiento no sólo pasivo sino también proactivo del stress, a la integración de emociones y sentimientos a la conciencia, al desarrollo de nuestra autonomía basada en esta integración emotiva, a la auto-realización de sentido de vida, al contacto con la naturaleza y al desarrollo de una espiritualidad ingenua y propia.

Prevención en salud es cuidar nuestra vitalidad, y es entonces vivir en forma sana.

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Sentido de Vida

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Muchas de las personas - por cáncer, depresión, crisis - que acuden al CDP, si no todas, han perdido el sentido de vida. De lo que en algún momento glorioso de sus vidas fue motor, inspiración y encanto de vida hoy queda poco o nada. Si ahora las disfunciones y la enfermedad borraron todo lo bueno que había, o si al revés lo bueno que había fue borrado y por tanto aparecieron disfunciones y enfermedad, parece dar lo mismo: no puede ser sana una persona durante mucho tiempo sin un sentido de vida íntimo, claro, querido y válido en acciones pertinentes.

Un estilo de vida sano, lo vengo sosteniendo desde hace décadas, involucra una alimentación natural, liviana y variada, una atención al cuerpo amplia y sostenida, un enfrentamiento autónomo y osado del stress, la integración a la conciencia de emociones y sentimientos, una autonomía basada en estas emociones, la realización de sentido de vida personal, un contacto reverente con la naturaleza y la vivencia de espiritualidad y gratitud.

¿Y qué es sentido de vida? Un conjunto de factores: es la integración de necesidades arraigadas en nuestra biología, es la proyección de estas necesidades como una imagen "que hace sentido", es la expresión de esta proyección en acciones correspondientes, es "el camino que se hace al andar", es un enamoramiento, una luz - son puras cosas no racionales, ricas emotivamente, contagiosas, entusiasmadoras. En chacota suelo decir que sentido de vida es una chaladura del alma, algo loco que se expresa felizmente en el mundo externo y lo transforma para bien. Beethoven adora el teclado, Chopin lo hace a su propia manera. Roger Fouts cambia tres veces su vida profesional y privada para poder estar al servicio de la chimpancé Washoe y así evitar que ella caiga en las manos intoxicadoras, torturadoras de la industria farmacéutica. Mamá, quiero dejar los estudios de leyes y dedicarme al cello. El ingeniero abandona su puesto en la organización para estudiar teatro y poder algún día representar a Hamlet.

Sentido de vida es la expresión de las riquezas del alma, de sus múltiples potenciales, la exteriorización de acciones cargadas de ética o de estética o de ambas juntas. Es la inversión de lo que ocurre rutinariamente en nuestra cultura, cuando con valores, usos y experiencias ajenas dejamos teñir nuestra intimidad, pero ahora teñimos - este es el sentido de vida - con nuestras riquezas personales el mundo externo.

La monja Patricia Beltrán se dedica a sacar mujeres de la prostitución, a ayudarlas a vivir una vida distinta. Tiene problemas con la comunidad religiosa a la cual pertenece. Se independiza, crea una fundación (Betania Acoge), sigue adelante. Un libro da cuenta de la obra que ha realizado a través de los años, recientemente se presenta este libro a un grupo de personas cercanas a la fundación y a Mundo Mujer. Hay un ambiente precioso en la sala. Se expresan repetidamente palabras como gratitud, humildad, generosidad. Caras brillan, hay muchos abrazos. Un clima de vitalidad, salud y esperanza. - Y afuera, saliendo a la calle, veo el mundo carente de estas cosas. No importa, esta mujer - y muchas otras - comenzaron a transformarlo.

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Soluciones

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Queremos soluciones rápidas, eficaces, que no nos estresen ni nos hagan pensar. En el trabajo, en la familia, en la salud. Delegamos cuanto podemos. El que sabe que venga y solucione, sin preguntar cosas, y que deje sus datos para transferirle el valor de su trabajo - listo. ¿Qué sigue?

De obstáculo en obstáculo, como carrera de vallas.

¿Vida?

Algo está podrido en el estado de Dinamarca, así Hamlet. Claro, algo anda mal, muy mal también en nuestro estado de cosas. Hemos perdido la mesura, el centro, la autonomía para pensar, ver, sentir y hacer. Parece que lo que no es noticia en los medios de comunicación no vale. Una competencia desbocada por prestigio, poder y dinero que invita al próximo a pisar sobre cadáveres. Ideas y propuestas cada vez más dementes emergen a diario como foco de atracción y camino.

Pero algún día se nos da la posibilidad de parar. De ver, de sentir, de preguntar - como le gusta hacer a Jennifer - ¿qué me pasa a mí con esto? O como me gusta hacerlo a mí: ¿qué quiero? ¿es esto mi vida?

¿Qué significa no seguir haciendo lo que todos hacen? ¿Cuántas relaciones personales se van a cortar, qué distancia se hará hiriente para el corazón? ¿Qué cosas dejaré de conquistar, qué perderé? Un terremoto de imágenes cruzan por la mente, nada es fácil.

Estuve tres semanas trabajando en Austria. Aprovecho de estudiar al visitar malls, supermercados, farmacias, centros de tecnología. Me sorprenden las caras de muchas mujeres: cansadas, inseguras, enojadas, casi angustiadas, y las de muchos hombres: desganados, distantes de lo que hacen, trabajando como con una soga al cuello, la versión blanca de esas fotografías antiguas de esclavos negros en tabacaleras norteamericanas. Pero dices o preguntas algo personal y brilla la cara: se transforman, son otra persona. Si pidieses ayuda quizás te acompañan generosos y felices hasta el polo.

Pregunto por el trasfondo de tanta apatía, temor y desgano. Recibo por respuesta el problema de los refugiados, la inseguridad, el temor. Pero creo sólo la mitad. En las caras hay marcada más historia que lo actual. Creo que es la pérdida de sentido. Que hace mucho tiempo ya perdieron el norte de sus corazones. Que mantener un cierto estado de limpieza, orden y decencia no es suficiente. Creo que la vida es más, mucho más que eso - y que ellos lo sienten en sus almas deprimidas. Quizás buscan y no encuentran, no sé. Quizás falta osadía y un poco de buen humor para iniciar cosas más entretenidas que darle vuelta a la manivela.

¿Y nosotros? ¿Cómo estamos por casa?

Lo que me saluda a la vuelta es tensión, dureza y cansancio. Mujeres fatigadas de vivir saltando vallas. Hombres golpeados, debilitados, con la incertidumbre marcada en la cara: ¿de dónde viene la próxima amenaza, el próximo desafío?

No es de extrañarse que las personas se enfermen de enfermedades degenerativas (“de la edad”) con más frecuencia a más temprana edad. No estamos hechos para vivir la vida que estamos viviendo, para depredar y devastar nuestra vitalidad en vez de nutrirla y favorecerla. Y esto nos lleva de nuevo a Hamlet. ¿Hemos de aceptar el sino y seguir en la que andamos, o existe la posibilidad de vivir con más sentido y en forma más sana, integrada y feliz?

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El cuidado de la salud

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Una y otra vez constato que la salud va asociada a sentido de vida y que la enfermedad, por supuesto, a la falta de sentido. He visto muchas vidas sacrificadas en el altar de un bienestar que está de acuerdo a parámetros sociales o culturales, religiosos, económicos, - a personas que lo dieron todo y ahora enferman. Vidas sacrificadas por algo ajeno a la naturaleza que nos constituye, vidas sacrificadas a un sentido no arraigado en las bases de nuestra vida, a ideas y conceptos alejados de quienes - en toda humildad y esplendor - somos de veras.

Jennifer leyó un libro con mucho interés e hizo varios comentarios mientras avanzaba en su lectura. Ahora lo estoy leyendo yo: el libro es "Me to We" (De Yo a Nosotros), de dos hermanos canadienses, Craig y Marc Kielburger, un relato de sus experiencias ayudando a otras personas y organizando a las personas para que puedan ayudar a otras. "Encontrando sentido en un mundo material" es el subtítulo.

Craig, de doce años, lee el periódico en la cocina mientras toma desayuno: un niño pakistaní es vendido por sus padres a los cuatro años como esclavo para trabajar en la confección de alfombras. A los 12 se libera y comienza una cruzada en contra de los horrores del trabajo infantil. Mientras anda en bicicleta es asesinado, se supone, por la mafia de la industria de alfombras.

En la escuela Craig pide al profesor poder relatar su experiencia. Le pregunta a sus compañeros si hay alguien que quiera acompañarlo en una cruzada en contra de este estado de cosas. Once chicos elevan sus manos. Nace así la organización "Free the Children" que a nivel mundial ha liberado desde entonces a miles de niños de la esclavitud.

Aire ingresa con fuerza a los pulmones. Algo se aclara en la vista. ¿Esperanza, entusiasmo, arraigue, la sensación que algo es más verdad que otras verdades?

¿Está la generosidad y el cuidado del prójimo en las bases de estos primates que somos, o es la competencia, el ignorar a la persona que tenemos por delante, el dejar que cada uno cuide sus propios intereses, el camino a seguir hacia el futuro? ¿Qué me acerca a sentirme más sano? ¿Qué me motiva más a cuidar esto que soy y de ayudar a la otra persona a cuidar lo que ella es? ¿Seguir separados, de acuerdo a la moda económica actual, o propiciando un ir juntos?

La salud no es algo que recibimos de la naturaleza para usar y gastar, sino un conjunto más o menos equilibrado de funciones y potenciales que hay que cuidar, nutrir y propiciar si queremos vivir bien y no morir en forma anticipada. Esto incluye más que una alimentación sana, una atención generosa a las necesidades corporales, a una defensa efectiva contra el stress. Es necesario estar atento a las emociones que nacen en nuestra intimidad, representar estas necesidades en forma autónoma en el mundo que nos rodea, participar en la naturaleza y, desde luego, expresar nuestro sentido de vida en acciones pertinentes, así como lo hacen los muchos niños y adolescentes reunidos por Craig y Marc Kielburger en su cruzada de benevolencia.

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Gracia

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Cada tanto tiempo hacemos en Santo Domingo retiros cortos - de Jueves a Domingo - durante los cuales trabajamos con un grupo pequeño - de seis a ocho personas - en temas relevantes a su salud y a su auto-realización.

Durante el último retiro sucedió algo del todo inesperado. Bien avanzado el desarrollo de las actividades preguntamos a las personas - como ejercicio - sobre las cosas que tienen sentido de vida para ellas, cosas locas con un fuerte arraigue en su biología, "chaladuras del alma" como me gusta nombrarlas, temas, acciones, anhelos, movimientos íntimos arraigados en la profundidad de sí que desean expresar existencialmente. Lo sabemos, es un ejercicio poco habitual.

De acuerdo a los tiempos en que vivimos, a los temas que están de moda en todas partes, en los medios de comunicación, en reuniones sociales y familiares, y a los motivos por los cuales muchos se esfuerzan día a día, uno podría esperar que en una situación como la descrita se nombren - en forma más o menos ligera - cosas como una cierta seguridad económica para sí y para su familia, un no quedarse atrás socialmente, un avance profesional, un reconocimiento social por el trabajo desplegado en el último tiempo, un recorrido turístico y cultural por capitales europeas como premio caído del cielo, en fin, cosas ligadas al ideario y a las prioridades de nuestros días.

No así en esta ocasión. Algunas personas nombraron el querer retomar el canto, otras dijeron que querían volver a bailar, una persona nombró el querer escribir poesía como cuando joven. Repentinamente en el salón se mostró algo ya latente en las actividades realizadas hasta el momento, pero ahora con toda claridad: el salón se convirtió en algo así como una academia de arte, en un paraíso de juegos adultos, en una instancia de maduración de gracias postergadas, se convirtió en el lugar de encuentro con cosas propias más profundas que la moda, la necesidad o la presión social.

En el mundo de lo útil hay muchas cosas que se pueden automatizar o delegar a dispositivos y máquinas capaces de llevar a cabo tareas de relativa dificultad. Pero no todas. Hay actividades que son exclusivamente humanas: el cariño, el cuidado por otros y por el mundo que nos rodea, la flexibilidad, la delicadeza, la creatividad, la gracia.

¿Estamos entrando a una nueva época? ¿Quieren las personas volver a desplegar sus dones naturales inocentemente como en otros tiempos menos competitivos, gozar la expresión de sus potenciales personales, enamorarse de la vida de nuevo por encima de horizontes de tensión, utilidad, lucha y codicia? ¿Buscan las personas complementar y enriquecer sus vidas con actividades distintas a las habituales? ¿Hay muestras de fastidio, cansancio o repulsión al modo como hemos estado viviendo en los últimos años, en las últimas décadas? ¿Está cambiando algo?

Expresarse en canto, baile, poesía. El mundo de la gracia. ¿Qué hemos conquistado? ¿A dónde vamos?

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La Conversión

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

La recuerdo sentada casi sin moverse y con la mirada ida hacia algún lugar del universo visible por los grandes ventanales del salón en que estábamos un grupo de personas. En sus ojos oscuros parecía estar todo el sufrimiento que una persona puede albergar en el alma. Pensaba yo para mis adentros, ¿qué estará pasando? ¿Estará dudando del beneficio de participar de un retiro como este? ¿Querrá salir a caminar? ¿Estará viendo la lenta destrucción de los cimientos en que construyó antaño su vida? ¿Habrá espacio para creer que alguna vez habrá de nuevo luz en su vida?

Una vida consagrada al bien, al servicio del desprotegido, a la SOLIDARIDAD escrita con mayúsculas, a la unión de las personas entorno a una vida simple pero sin penurias. Más tarde presenció y sobrellevó catástrofes sociales que arrancaron los fundamentos de toda decencia desde debajo de sus pies. Y después sufrió una enfermedad lenta pero progresivamente debilitante. A cualquiera le tirita la voz.

Terminado el retiro la perdí de vista. Parece que viajó fuera del país una o más veces. Mantuvo una relación esporádica con Jennifer a través de los meses, relación de la cual supe poco. Hasta que la semana pasada nos encontramos en la oficina. Ahí estaba, otra persona, cariñosa como siempre, pero en su cara estaba toda la luz de la alegría de vivir, esta cara irradiaba serena y tranquilamente salud, el poder de la vida, lozanía, la marea clara y majestuosa que se expande en el presente.

Todos, pensé con mi habitual buen humor, avanzamos hacia la vejez, lo queramos o no, pero esta mujer avanza al revés, hacia la juventud.

Bueno, este es el tema que me preocupa desde hace más tiempo del que quiero. No encuentro una solución buena y fácil para vencer la resistencia al cambio. ¿Por qué esta mujer, acosada por una enfermedad grave, su escala de prioridades vitales pisoteada de varias maneras, internas y externas, logró conquistar su inocencia y su salud, cuando muchas otras personas menos acosadas y con más vitalidad ni siquiera lo intentan?

¿Será realmente necesario llegar a la renuncia total, a la angustia última, al sufrimiento sin luz, a la rendición sin condiciones?

¿A cuántos quijotes con sus propios antojos y convicciones, a cuántas quijotas, no se les podría evitar más golpes de aspas duras, hirientes y del todo innecesarias, si hubiese una herramienta simple y eficaz para ayudar a transitar hacia la congruencia interna, hacia la coherencia biológica básica, hacia las raíces de un vivir esplendoroso y sano?

Recuerdo una vez más esa mirada perdida, sufriente, vulnerada y vulnerable, de un año atrás, y la contrasto con la mirada alegre y segura que vi la semana pasada, y me sorprendo de nuevo.

Lo hizo. Lo logró. Y por ahí anda ahora en alguna parte de Santiago o del mundo, pienso, no menos generosa, pero al lado de la vida, junto a ella, con ella, respetándola, queriéndola, agradeciéndola, ya no más colgada de la poca vitalidad que le quedaba entonces sino convertida ella misma ahora en una fuente de salud.

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Parkinson: ¿incurable?

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

No, bajo ciertas condiciones. La más sorprendida de este hallazgo fue obviamente quien lo descubrió. ¿Estoy curando una enfermedad incurable? ¿Estoy colaborando a que la persona enferma además se convierta en una persona sana?

Janice Walton-Hadlock es médico de medicina china y trabaja en California. Ayudando en la restitución de flujos de energía bloqueados o invertidos observó ella que las personas con Parkinson, si no habían iniciado los protocolos habituales de medicina alopática, mostraban una disminución notable de sus síntomas, todo esto como efecto lateral de sus intervenciones de restitución energética.

En los meses y años posteriores a este descubrimiento fortuito sucedió de todo, estudios, conversaciones, crisis, errores, frustraciones y paulatinamente claridad, seguridad, formación de equipos de trabajo, publicaciones y – desde luego – cada vez más enfermos de Parkinson ahora curados.

Janice Walton-Hadlock descubrió que la raíz del problema del Parkinson está en la débil irrigación energética (medicina china) en la base del cerebro debido a una disociación biológica a nivel de la conciencia: la persona se “disocia” de sus sentimientos por miedo a sentir dolor y por miedo a sentir angustia, y con ello bloquea el libre flujo de energía. Janice ayuda con acupuntura a restituir flujos normales de energía cuando ve que es necesario hacerlo, pero insiste en que la persona tiene que aprender a “asociarse” nuevamente con sus sentimientos de miedo al dolor y a la angustia, a aceptarlos y encararlos, y algún día a integrarlos como toda persona normal a su vida habitual.

La organización creada por ella tiene una página web: www.pdrecovery.org. Las personas con Parkinson que siguieron las recomendaciones allí expuestas y sanaron le han escrito emails contando de sus experiencias personales y eventualmente de la ayuda que recibieron de amigos y/o familiares. Concluye Janice: “esto confirma que las personas se pueden recuperar sin trabajar con un profesional de la salud”.

En el Centro de Desarrollo de la Persona hemos trabajado con personas que sufren distintos tipos de enfermedades degenerativas, siendo la más recurrente el cáncer. Desde hace un corto tiempo, al trabajar con personas afectadas con Parkinson y gracias al trabajo de Janice, hemos podido focalizar en lo descubierto por ella y expuesto arriba, en la disociación de sentimientos de dolor y angustia. Pero más que este hecho nos ha impactado la simpleza del mecanismo de la enfermedad de Parkinson descubierto por Janice, pero que en el caso del cáncer por cierto es desgraciadamente más complejo.

¿Cuáles son a juicio nuestro los mecanismos de la enfermedad del cáncer?
– La pérdida de vitalidad – por stress – debido a exposición a factores de riesgo externos e internos;
– la falta de coherencia biológica, no sólo a nivel cuántico (véase F.A.Popp) sino a todo nivel, intelectual emocional, funcional;
– bajos niveles de integración emotiva, autonomía y sentido de vida.

Vivir en forma sana es desde luego la mejor estrategia
– para evitar hasta avanzada edad alguna enfermedad,
– y, probablemente para la mayoría de las personas, para salir de una ellas.

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El ámbito emotivo

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Albert Camus se sorprendió un día con un teléfono en la mano y se preguntó: ¿qué estoy haciendo con este teléfono en la mano, aquí en la calle, en esta caseta? La pregunta inocente de un filósofo existencialista más de medio siglo atrás.

Hay personas que hacen preguntas similares hoy día. ¿Qué estoy haciendo yo - aquí, ahora? ¿Qué es este momento - aislado entre correr y correr? ¿Entre tareas resueltas y tareas por resolver?

¿Quién soy? ¿Qué quiero?

Hay personas que se preguntan estas cosas a veces, aquí y allá. Otras las hay que se preguntan estas cosas después de recibir un diagnóstico: esto es cáncer.

¿Quién soy, qué quiero? ¿Qué es la vida? ¿Perderla, si apenas he comenzado? ¿Si me falta tanto por vivir?

Sigue entonces la tempestad: la negación, la rabia, la incomprensión, la soledad - días surrealistas, el apuro, la tensión aterradora, las actividades y los procedimientos dementes.

Y un día, reconquistando la calma, de vuelta a la primera baldosa: ¿quién soy, qué quiero?

¿Qué sería una vida corriendo menos, aceptando menos desafíos, menos responsabilidades, pensando menos - y haciendo más a menudo lo que me nace del corazón, de la alegría, de la compasión? ¿Qué sería abrir un cuaderno y escribir lo que me pasa con las cosas del diario vivir, con esta persona, con este estado de ánimo, con la luz del amanecer arriba de la cordillera? ¿Si pinto, si bailo? ¿Cuándo fue la última vez que canté?

Hay personas a quienes se las traga el cáncer y los procedimientos curativos asociados.

Hay otras que encuentran su camino e inician una vida nueva, basada en otros fundamentos de vida que los anteriores: en el respeto de las leyes naturales, y en los usos que crearon y condicionaron al ser humano. Personas que ahora respetan sus emociones, que ahora expresan su sentido de vida en cuanto hacen y en cuanto no hacen. Que dicen gracias a cada paso que dan. Personas sanas, personas que han encontrado una manera de ser felices muy distinta a la felicidad que perseguían antes.

Y si les preguntas ¿quién eres, qué quieres? te contestan sin palabras pero con una sonrisa ancha y natural, y si tienes suerte, con un abrazo fuerte y cariñoso.

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No más

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

La economía murió
quiero paz y salud
están todos locos
la vida no es ni tensión ni depresión ni angustia
me están envenenando a mis hijos
quiero un mundo estable
me cansé de tanta lesera
quiero vivir de verdad
la gente perdió el rumbo
las noticias son puras atrocidades
nos vamos fuera de Santiago

Las personas están diciendo muchas cosas. Algunas practican lo que dicen. Otras quieren aprender a hacer lo uno y también lo otro.

Tiempos de cambio. El camino hacia la paz, la salud y la cordura. Quién sabe (exagerados como solemos ser, y después desvirtuamos lo que habíamos comenzado a hacer bien). Pero que pasan cosas - pasan. Como dijo Galileo respecto a la tierra Eppur si muove, y sin embargo se mueve. También aquí, ahora, algo se mueve. Claro, algo hay que es nuevo en nuestro medio, algo que la gente siente y dice. No más insensateces. No más. Y algunos actúan sobre lo que dicen.

No más quemar la salud para comprar status, para vivir a la moda, para aparentar algo que no tiene significado. Sino respetar la salud, promoverla, cuidarla. Y entonces, sobre la base de una buena salud, desplegar con entusiasmo y creatividad eso que tiene sentido ahora aquí para mí, para ti, para nosotros: la generosidad, la comunidad, el ir juntos, el aportar, el limpiar, el nutrir, el ser felices.

Todo cambio es difícil. Lo sienten las personas que vienen a nuestro centro, cargadas muchas veces con un diagnóstico pesado al corazón y a la mente. Creía que lo estaba haciendo bien, mira lo que he logrado, siempre esforzándome, dando lo mejor de mí - y ahora esto - yo, ¿cambiar?

A veces queda tan claro quién manda aquí: la naturaleza y no la cultura, nuestra biología y no nuestras ideas, nuestra realidad y no nuestras ambiciones. Y queda muy claro que podemos dar lo que nos sobra, no lo que nos falta. Y para que nos sobre debemos estar sanos, muy sanos, entonces recién sobra, y lo que sobra es entonces también lo mejor de nosotros. Lo hemos aprendido en contra de nuestra voluntad, y las personas que vienen donde nosotros lo aprenden también en contra de su voluntad. Pero al otro lado del cambio emerge una gran palabra que ilumina todo a su alrededor: gratitud. Gracias que tuve cáncer, dice una mujer. Gracias que tuve angustia, dice otro. Gracias que tuve que cambiar para poder seguir viviendo, gracias por descubrir esto otro que no creía que existía.

Hacer un cambio de Santiago al sur o a la costa es más fácil, pero igual es un cambio fuerte. Sin embargo en quienes lo han hecho vemos después otras caras, en ellos y en sus niños: humildes, blandos, tranquilos, radiantes. Un homenaje a la salud, a la cordura y a la osadía.

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Lenguaje y autonomía

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Compartimos con los animales superiores, con los simios, la capacidad para abstraer, señalizar, transferir contenidos mentales y reconocer la transferencia de otros. Bien estemos usando el habla, o señas del lenguaje para sordo-mudos, una vez aprendidas las características relevantes, nos entendemos entre nosotros, y también a través de las barreras de las especies, sin ningún problema. El chimpancé pide una manzana y si uno le pasa una naranja se enoja, no era eso lo que había pedido.

¿Qué hacemos al hablar? (Restrinjo en este ejemplo al caso de los humanos): proyectamos un contenido mental-afectivo sobre un conjunto de sonidos determinados. Digo "pan" por ejemplo: tú reconoces el sonido y lo asocias a un contenido mental-afectivo que proyectas a tu conciencia. Hubo transferencia, por un instante los dos tenemos en la conciencia lo mismo, más o menos.

En la antigüedad los griegos concebían las palabras de otra manera: las concebían como entes independientes de la persona, como un objeto con validez, sonido y entonación propios. Es probable que este fenómeno sea herencia del mundo proto-indo-europeo. El poeta crea fórmulas (esculturas idiomáticas) a partir de la depuración (exaltación y simplificación) del lenguaje común hablado en la comunidad: así la percepción homérica.

También hoy en día hay personas que creen todavía que las palabras son entes independientes, y les atribuyen muchas características que este autor sostiene son aún más proyecciones, anhelos o rechazos, usadas ahora para construir castillos en el aire. Al hablar creamos una transferencia de contenido. Pero junto a esta transferencia va mucho más que sonidos, van - según entonación de la voz y movimientos - sentimientos, intenciones, etc., y además otras cosas muchas veces inconscientes, valores, juegos de poder, "escenarios" sociales, emotivos, morales, circunstanciales, etc. Nuestra capacidad mental capta estas connotaciones y reacciona a ellas en paralelo a las reacciones a las palabras escuchadas (me estás agrediendo, nunca dije eso, ves fantasmas, te pasaste, etc).

Y construimos escenarios. Al escuchar gritos de rabia "construyo" un "escenario" de violencia. El escenario social después del golpe de estado en Chile permitía el uso de ciertas palabras pero no de otras (se podía decir pronunciamiento pero no golpe). Si alguien asentía a lo dicho con la palabra "perfecto" yo sabía que esta persona era o había sido comunista; la palabra bueno no se podía usar para fenómenos ajenos al poder militar, etc. Estos escenarios, de la naturaleza que sean, relatan una historia de costumbres y valores, y nos gusta "creer" en ellos, al igual que los griegos "creían" en la independencia de las palabras. Las personas nos dejamos atrapar por ellos, cedemos nuestra autonomía al poder del "escenario". Y es hora de descubrir estas dependencias, estas renuncias a lo más valioso que tenemos: a nuestra autonomía existencial. No podemos culpar al "sistema" de lo que hacemos o no hacemos, de lo que sentimos o no queremos sentir.

Y nuestro escenario actual está cambiando: ya no entusiasman palabras como riqueza económica, maximización de utilidades, derivadas de riesgo o de rendimiento, dinero en las Bahamas. Se están empezando a escuchar palabras que hasta hace poco estaban casi olvidadas: pudor, inocencia, reverencia, humildad, criterioso, candor, paciencia, generosidad, gratitud, alegría de vivir. Buen signo.

¿Y cómo se va a traducir esto sobre nuestra salud? ¿O es seña ya que nos está importando más nuestra naturaleza que nuestras ideas?

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Mediocridad y salud

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

La mediocridad no comenzó con el gobierno militar ni con los Chicago-boys y sus creencias que la economía es lo más importante, que todo depende de ella, y que quien acopia más riqueza que los otros es un héroe moderno (ya había mediocridad aquí y allá desde tiempos inmemorables). Pero desde ahí en adelante se hizo omnipresente. Hoy la palabra mediocridad está de moda y con razón: se ve mediocridad hacia donde uno mire. Se puso de moda la palabra, pero peor, se puso de moda una actitud de mediocridad en el actuar de las personas. Nos hemos dejado arrastrar por la moda del prestigio ligado al triunfo económico, por la moda de la competencia entre hermanos por cosas de poder y de status, es decir, de cosas externas, banales, que poco o nada tienen que ver con las verdaderas riquezas guardadas en la intimidad de las personas: osadía, generosidad, compasión, alegría de vivir, ética, pudor, dignidad, honradez, gracia, creatividad, en fin, los incontables potenciales humanos hoy postergados o bloqueados por un correr tenso en persecución de metas alejadas de nuestra naturaleza, un correr tenso que enferma a las personas, un correr tenso que socava la vitalidad que subyace a nuestra salud y a nuestro actuar. Los altos niveles de stress en que se vive actualmente está - figurativa y realmente - matando a las personas.

De la mediocridad cultural de las últimas décadas emergió el stress mencionado. Pero esta emergencia de stress no es el único daño que ha provocado la mediocridad. Hay otro factor importante al contemplar la deteriorada salud de las personas. Es la inhibición interna que validamos nosotros mismos al someternos a estas cuestionables prioridades que están de moda.

Nosotros mismos postergamos y bloqueamos nuestra autonomía. Postergamos y bloqueamos nuestra emotividad, nuestro sentido de vida, nuestro criterio básico y nuestras funciones biológicas de auto-preservación de la salud.

El daño que vemos en las personas que acuden a nuestro centro es profundo, también visto en términos generales, a corto y mediano plazo. Pero soy un optimista - a pesar de la experiencia, como dice el chiste. Una o dos generaciones hacia el futuro (¿o antes?) vendrán cambios, se harán visibles capacidades nuevas hoy sólo intuibles. Quizás las personas se van a preocupar más por una educación sana y apropiada de los niños (y ojalá también por la de los adultos), nuevas modas llevarán a otras prioridades que quizás estarán más conectadas con nuestras raíces biológicas, el cuidado de la salud estará más cerca del centro de decisiones de las personas que en las piruetas científicas y tecnológicas de la medicina alopática de hoy, la naturaleza tendrá más posibilidades de expresar lo que siempre ha sabido expresar mejor que nadie: salud y exuberancia.

Por ahora la tarea es ver la realidad: ¿hasta qué grado me he dejado convertir en una persona que toma decisiones mediocres, muchas veces en contra de mis mejores potenciales personales?, ¿me gusta?, ¿dónde quiero estar?, ¿cómo deshacer mis errores?, ¿cómo quiero cuidar mi vitalidad?, ¿a qué quiero dar expresión en mi vida?, ¿qué anhelo para mi descendencia?

Hemos visto una y otra vez que el primer paso hacia cambios efectivos y duraderos consiste en ser capaz de ver la realidad. Las decisiones y las acciones relevantes vienen habitualmente - después - casi por si solas.

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Esto no se vende

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Durante una discusión televisada años atrás en Estados Unidos una mujer, cansada de los argumentos del en aquel entonces candidato presidencial Ronald Reagan, le dijo, usted conoce el precio de todas las cosas pero no sabe el valor de ninguna de ellas. Lo mismo podemos decir aquí en Chile sobre una larga lista de personas con puestos de autoridad, alta y media, pasada y presente. De hecho, hemos tenido toda una moda que ha durado varias décadas. Pero hay signos de esperanza.

Porque reprimir o posponer el valor - que uno siente que tiene algo - hace mal para la salud, todos lo sabemos. Reprimir este sentido de valor, imponer una idea, un concepto, sobre algo que es valioso para el corazón, frena la vitalidad, la hace replegarse, bloquearse, y esto lleva a una larga serie de disfunciones y síntomas. Refrenar a veces aquí o allá este anhelo, esta ambición, es parte de un vivir sano, flexible, criterioso y equilibrado, pero estar sujeto a una continua imposición, a una permanente demanda que lo propio no vale, es otra cosa. Las personas nos enfermamos por aplastar nuestra asertividad, la validez de lo propio.

Hace poco supe de una persona lo siguiente. Es dueño de un terreno de unas tantas hectáreas que ha sabido trabajar durante más de 50 años para resaltar la belleza de su naturaleza y para compartir la vivencia de esta belleza con el público. Se le ocurrió recientemente vender el terreno para retirarse a descansar, y le ofrecieron una cantidad enorme de dinero, algo así como mil millones de pesos, suficiente como para vivir muchísimos años (¿una vida entera?) sin problemas. Pero retiró la iniciativa. Pensó ¿qué hago con ese dinero, fuera de estresarme? Mejor me quedo con esta "tierra bendita" y se la dejo de herencia a mis hijos y a mis nietos. En el lenguaje de la mujer citada arriba comparó precio y valor de su propiedad, y tomó una decisión a favor de su valor.

Una seña de entereza, de asertividad, y de independencia contra la presión, contra la moda imperante hoy en día. Una decisión que abre el pecho, que invita a vivir y a compartir. Ya nada más bello, ya nada más sano.

Esta semana asiste de nuevo a una sesión de consultoría conmigo una mujer joven, fotógrafa, intérprete de música clásica, escritora. Está buscando su camino. Como a muchas personas dotadas de más sensibilidad, inteligencia y profundidad que la mayoría, este buscar el propio camino puede resultar a veces difícil. En un momento dado de la conversación pensé que era oportuno contarle de esta persona que terminó no vendiendo su terreno.

Una vez que finalicé el relato pasó algo en su intimidad, según pude intuir, algún compromiso consigo misma, una reflexión, no sé. Parpadeó, respiró, se inclinó hacia adelante, y con voz un poco ronca, dijo - como para sí misma - esto no se vende.

Sí, le contesté lentamente, como un eco, esto no se vende.

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Cuando miro por la ventana

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Cuando en casa miro para afuera por la ventana me siento tan bien, me dice.

¿Y qué significado tiene para ti mirar para afuera por la ventana?

Ay, todo, responde, libertad, salud, alegría, conexión...

Le pides al mirar por la ventana el poder vivir estas cosas, le menciono.

Y continúo, ¿qué te parece que te regales todo esto sin dependencias, prescindiendo de la mirada por la ventana?, ¿puedes?, ¿puedes en tu casa sentirte libre, sana, alegre, conectada - sin pedir nada?, ¿aunque sólo sea como un ejercicio para el corazón?

Nada es fácil, estoy de acuerdo. No tiene por qué serlo, la vida es un desafío - y muchas veces parece harto más complicado que crear una estrategia de negocio efectiva, promover un cambio a la legislación para terminar con desigualdades o diseñar políticas de educación sanas y estimulantes. Vivir junto a personas despóticas, egoístas, flojas, agresivas o amargadas y no sucumbir, no dejarse "teñir" por la mala onda, es ya todo un tema. Además ser íntegros y sacar a la luz lo propio, lo ingenuo, lo sano - y "teñir" el mundo externo con los dones guardados en la intimidad, para muchos va más allá de lo posible. Pero es nuestra obligación el intentarlo hasta algún día realizarlo - sin preguntas, dudas o reclamos. Si queremos ser sanos, digo yo..

El anhelo de sentirse libre, por ejemplo, está arraigado profundamente en la biología de todos los seres vivientes, y reprimir su vivencia de seguro que tiene un efecto pernicioso sobre la vitalidad. Al igual el anhelo de sentirse sano, de sentir alegría, de sentirse conectado a la vida. Esta información (tengo el anhelo de - ) llega a la conciencia, y ahora es responsabilidad de nosotros el sacarla adelante y darle la validez existencial que le corresponde. Aunque el entorno externo no lo facilite, o lo dificulte, e incluso si estuviésemos en un campo de concentración...

Pero ¿a quiénes de nosotros nos enseñaron en casa o en la escuela el término "asertividad emotiva"?, ¿el cómo respetar, cuidar y nutrir nuestra biología, el cómo ser autónomos? Por el contrario, nos enseñaron (en contra de toda rebeldía) el ser obedientes, sumisos, depender del afuera, ser reactivos a este afuera - y olvidarnos de lo propio.

Una vitalidad reprimida, incoherente o devastada es la antesala de toda enfermedad: lo enseña con toda claridad la medicina china - y en laboratorios occidentales, la biología moderna. Está en nosotros sacar las conclusiones particulares, las que te atañen a ti, las que me atañen a mí, y hacer lo que corresponde. (Además: algún día quizás este respetar emociones, sentimientos e intuiciones lleve a cambios de prioridades a nivel social y cultural, y dejemos atrás soluciones intelectuales rápidas y fáciles, muchas veces perversas, desprovistas de arraigue existencial, de significado y naturalidad: ¿por qué no?)

En una pequeña tarjeta delante de mí, cercano al teclado, tengo anotados los anhelos de esta mujer citada arriba, y lo miro a menudo - como recordatorio de lo que es importante también en mi vida, como un estímulo, como una buena seña:

"libertad, salud, alegría, conexión"


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El pan de las chiquillas

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Se sabe que en el Wadi Kubbaniya, cerca de la represa de Aswan, en el alto Egipto, vivió gente hace unos 18 mil años, varios miles de años antes que se inventara y desarrollase la agricultura. Las crecidas anuales del Nilo inundaban la quebrada, y en el fango resultante crecían unas plantas (cyperus y otras) con tubérculos comestibles. Es probable que eran las mujeres quienes molían estos tubérculos, quienes mezclaban la harina resultante con agua y quienes ponían esta masa sobre piedras calentadas en el fuego (o en las brasas) hasta que obtenían pan.

En una época en que la expectativa de vida era cercana a los 25 años y las mujeres eran madres desde la pubertad en adelante es fácil imaginar a un grupo de estas mujeres muy jóvenes, acompañadas de hijas, hermanas y sobrinas, moliendo, amasando, jugando y conversando bajo la sombra de los árboles. Desde nuestro lugar en la historia las podemos en realidad nombrar a todas afectuosamente chiquillas.

Las chiquillas que hacían pan en Kubbaniya.

Como consecuencia del cuidado por llevar un estilo de vida sano hago el pan que consumo. Comencé haciéndolo con harina integral, avena y otros en una máquina casera, eléctrica, muy cómoda de usar. Pero con los años empecé a cansarme tanto del pan como de la máquina. Quise evitar el gluten contenido en la harina integral. Jennifer encontró para mí harina de maíz y harina de arroz a las que podía yo agregar avena.

¿Cómo hacer este pan nuevo? ¡Feliz ocurrencia!, me acordé de mi lectura de asuntos arqueológicos, de Kubbaniya, de muchachas que usaban piedras calientes para "hornear" su pan. No tengo piedras pero sartenes recubiertos. Hice una pequeña prueba en una paila, 30 minutos, sin aceite, a fuego lento. Una vez cocido (resultó algo así como una cruza entre pan pita y scone) le agregué miel de ulmo. Exquisito.

(Los datos sobre ingredientes y proporciones no los publico, los guardo como secreto de estado para evitar ser demandado por quebrantar eventuales patentes comerciales - chiste, claro, chiste propio del mundo demente en que vivimos).

Llevo algunos meses ya comiendo este pan y todavía no me canso. Con palta, con mermelada sin azúcar, con miel.

Y en el alma llevo el placer de recordar la existencia de gente que vivió tanto tiempo atrás mostrándome el camino para hacer pan más sano que el que se puede comprar hoy en una panadería.

Las chiquillas de Kubbaniya.

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Vacaciones 2017

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

La salud de toda persona depende de tantas cosas que es difícil sólo pensar en ennumerarlas. Pero hay algunas que sobresalen, como el que no es bueno vivir en un lugar en que sientes que no te quieren ni tampoco es bueno el descuidar las necesidades biológicas consideradas en amplitud y profundidad, y sí es bueno el dejar de hacer cosas que no tienen sentido para uno, el vivir lo más cerca posible de la naturaleza, el buscar ser más generoso día a día, el ser reverente y agradecido.

Pronto me voy de vacaciones, me desconecto de lo habitual, abrazo la irresponsabilidad económica con ardor y convicción, cuido esto que soy con más tiempo y dedicación, suelto internamente lo que todavía no está del todo suelto, busco ampliar las instancias incuestionables de mejor salud.

Pero antes de irme se me vino en mente inventar una oración. Una serie suelta de anhelos que me gustaría que el destino nos regale en el futuro próximo, por ejemplo, que

- la gente deje de buscar criterios para dividirse entre buenos y malos, ricos y pobres, dotados y desprovistos, capaces e incapaces, norteños y sureños - y por el contrario celebre la diversidad, la unidad y la dependencia subyacente

- emerja un gran movimiento a nivel mundial abocado al cuidado y a la preservación de la naturaleza

- se invente un sistema de justicia que le ayude al descarriado el reencontrar el camino

- se desarrolle una educación que esté al servicio del educando, una educación que incluya el auto-cuidado, la salud y la auto-realización

- se termine ¡por fin! con el trato discriminatorio de la mujer, y por el contrario se avance en el sentido de respetarla y de privilegiarla atendiendo a su naturaleza y al rol que cumple respecto a nuestra descendencia (¿nos comprometeremos los hombres a ceder entusiasmadamente el equivalente económico de 1 o más días cada mes de las entradas totales de cada uno para crear un fondo a beneficio de las mujeres que están en sus días, de modo que tengan oportunidad de cuidarse mejor, y otros días más para el período en que dan a luz, todo sin menoscabo a las entradas económicas de ellas?)

- los hombres apreciemos la existencia de la mujer - de nuestras compañeras, hermanas, hijas, madres, amigas, desconocidas - como un honor y un privilegio atendiendo a su modo distinto de hacer, pensar y sentir, de ser creativas y fructíferas, de relacionarse y de ser, y junto a esta apreciación desarrollemos horizontes culturales y sociales que den cuenta de ello

- la confianza y la buena disposición valgan más que la tenencia de riqueza económica, que el prestigio basado en ella y que la diferenciación social arraigada en prejuicios

- el poderoso ponga sus habilidades y condiciones al servicio del más débil y no de sí mismo

- veamos en las personas, en los animales, en la naturaleza, aliados de quienes podemos aprender

- el mundo esté entero a la vuelta de vacaciones



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Naturaleza y cultura

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

En la costa: queltehues y conejos comparten el prado. La luz del sol se refleja en las hojas del pequeño bosque de liquidámbares cerca del ventanal. Aire. Buen genio, felicidad. Y aquí en Santiago, de vuelta, veo por la ventana de mi oficina las paredes y ventanas de los edificios cercanos. Escucho bocinas, a veces una alarma.

¿Cuántas enfermedades se gestan en Santiago que afuera no se presentarían? ¿Qué rol juegan nuestras actitudes, nuestras ideas, nuestras acciones, en el debilitamiento de nuestra vitalidad? ¿Qué mundo hemos recibido, de qué mundo participamos, qué mundo creamos para quienes nos siguen? ¿Cómo vivir de tal modo que todo esto que nos concierne se traduzca en más salud para nosotros y para quienes nos rodean? ¿Siendo más generosos, reverentes, humildes, creativos, asertivos con los dones que la naturaleza nos dio?

Hago un alto en el camino y pregunto cosas fundamentales. Total, es nuestro trabajo. Por cada persona que se presenta en nuestra oficina con una enfermedad (una depresión, una angustia, un cáncer) volvemos a cuestionar el escenario en que aparece esta o aquella desgracia. Y hay de todo, por cierto, estilos de vida cuestionables, tensión continua a través de las décadas, mitos y anhelos irracionales, dependencias, sufrimiento a todas luces pero reprimido de la conciencia, sometimiento a las condiciones dadas, oscuridad en el corazón, falta de sentido, falta de luz.

Unos 120 años atrás vivió el joven poeta Rilke con unos pintores y escultores en una comunidad cercana a Bremen en el norte de Alemania. Le impresionaron estos artistas - algunos de los cuales abandonaron puestos altos y privilegiados en la academia del arte para convertirse en cesantes e ingresar en el ámbito duro de un clima frío, ventoso, de otoños e inviernos pesados y oscuros - le impresionaron su dedicación a una verdad que sobrepasaba su oficio y su resolución a buscar y expresar verdad al margen de los cánones de la cultura en que se habían desarrollado sus vidas. Con claridad ingenua y valiente destacó Rilke la diferencia entre llevar una vida inmersa en la naturaleza y sujeta a sus leyes, una vida con sentido existencial, y una vida sujeta a las tensiones asociadas a prestigio, jerarquías y privilegios basados en ideas y conceptos culturales según la moda del momento.

5000 años atrás los proto-indoeuropeos en las estepas del sur de Rusia iban a morir en el combate para conquistar la supuesta gloria imperecedera, al igual que más tarde los ejércitos del país que quieras nombrar. Hay variaciones modernas al tema: quiero ser la madre más sacrificada, el gerente más productivo, la persona más solidaria, la pianista perfecta, etc.

Somos libres. Podemos elegir cómo llevar nuestras vidas. Podemos buscar la aniquilación de nuestra vitalidad para bien de alguna idea, de algún valor, o en forma más humilde y realista podemos cuidar y nutrir nuestra vitalidad para bien de nuestra salud, nuestra creatividad, nuestro pensar y para bien del mundo que nos rodea.

¿Reverenciar y agradecer el hecho de estar vivos? ¿O gastar nuestra preciosa vitalidad para demostrar que el otro está equivocado y que merece el desprecio de todos quienes pensamos "bien"? ¿Respirar y ser feliz? ¿O desconfiar, temer, odiar?

Queltehues y conejos no tienen tanta libertad como nosotros, pero sus vidas son una referencia válida para quienes así lo elegimos.


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De veras

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Me mira con ojos que parecen huecos, los labios se le abren un poco, parece no respirar. Acaba de entender. Sospecho que ha sufrido en la mente algo así como un terremoto.

Es el momento de ver lo que antes no se veía, de reconocer algo nuevo como más cierto que las creencias que hasta ahora recién se asumían eternas y seguras. Es el momento en que un edificio se cae, el momento en que un edificio de empeños, de buena voluntad, de cariño y cuidados, se viene abajo. Nada que hacer. Confusión e incredulidad envuelven la mirada.

Años asumiendo crédulamente algo que no era verdad, esfuerzos diarios depositados en el altar de una ingenuidad que estaba fuera de lugar. El sentido del trabajo. La lealtad en la relación de pareja. O más hondo: la salud. El gran despertar. El caminar indeciso en medio de un día inmenso, de un día más grande que todo lo que uno conoce. Y cuando te empiezas a recuperar sabes que esto es una verdad sin vuelta, sin atrás, sin otra oportunidad, sin más enmiendas. Que lo que te queda es sin adornos, sin muletillas, sin cuentos. Que ahora es de veras.

Un lugar nuevo.

Es el lugar en el cual se desarrolla nuestra asistencia, el trabajo en el CDP, atenciones de psicoterapia, de consultoría, de talleres. Como este taller que acaba de finalizar, cuatro días dedicados a esclarecer supuestos, verdades del corazón, sufrimientos reprimidos y acarreados desde la infancia, temores ante la negligencia y a veces la maldad de adultos y de gente que se las da de algo que no corresponde. Días de aceptar otra mirada, una mirada más profunda, comprometida y cercana. Y de un crecer hacia lo desconocido.

Horas de compartir lo simple y grande del corazón, de crear lazos de solidaridad, de caminar junto a la persona que está al lado, de evaluar y comparar lo que es más importante de lo que es secundario, de botar lo que ha sido un error, de recoger lo que merece ser recogido. Horas de lágrimas aquí, de sonrisas cada vez más seguras allá. Un tejido de verdades que emergen a medida que pasa el tiempo.

Se desarrolla una confianza basada en la biología y no en construcciones culturales, y un saber que no es necesario temer a cada paso que damos. El nacimiento de ganas por hacer esto simple, de hacer esto simple bello, de hacer esto simple bueno. Las ganas de proyectar hacia afuera - sin razones ni ideas - lo que está guardado en la intimidad: la bondad, la humildad, la flexibilidad, la empatía, la compasión, los entusiasmos del alma.

Y el ver el gran contraste entre la semana pasada y ahora. ¿Cuándo estás con más riesgo a enfermar, a no recuperarte, cuando eres como días atrás o cuando eres como ahora? Risas, miradas seguras, más risas.

El empoderamiento del alma, de la vida propia. La vitalidad recuperada. Como en los mejores momentos de días juveniles. El gran sentir de la niñez: la apertura del corazón. Y días preciosos por delante.

Ahora de veras.


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Empoderamiento

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

¿Quién no quiere andar empoderado? Está todo el mundo hablando de la independencia, del capital para emprendimientos, de la necesidad de empoderar a los empleados de la firma (para disminuir los gastos y las responsabilidades laborales), y los chistes crueles ya merodean el tema. Y lo que las personas no quieran enfrentar, la automatización y la robotización se van a encargar de establecer en nuestras sociedades avanzadas: la necesidad de generar recursos por ti mismo al tiempo que disminuyen las fuentes de trabajo dependiente.

¿Cuán libre quieres ser? ¿Qué quieres hacer sin impedimentos innecesarios? ¿A dónde vas en tu vida?

Unos 30 años atrás empezamos a trabajar juntos, Jennifer y yo. Creamos el Centro de Desarrollo de la Persona. Estábamos convencidos que ayudar a las personas a desarrollar sus potenciales personales era lo que había que hacer. No existía (por suerte) el término empoderamiento, y nosotros elegimos el concepto “desarrollo”. Ahora, mirando hacia atrás, confirmo una vez más que este desarrollo va íntimamente ligado a un mayor poder respecto a la salud, a la auto-realización y a otras cosas de importancia sin igual, un poder arraigado en una sensibilidad más despierta y responsiva, en una toma de conciencia de las motivaciones que emergen de las profundidades del alma, y en una postura más “desarrollada” y autónoma que la propiciada por nuestros modelos educacionales antiguos, superficiales y forzados.

La persona integrada con sus emociones y autónoma en su interacción con el mundo, que ha dado los pasos necesarios para expresar los potenciales personales guardados en su intimidad, es sin duda una persona más desarrollada y con más poder para enfrentarse a la vida - es una persona “empoderada” para usar la palabra que está de moda, aunque este “empoderamiento” ahora apunta a un área de la vida por cierto más importante y amplio que el área económica.

En estos muchos años de trabajo en el CDP hemos visto una y otra vez que el poder mencionado va asociado más a la naturaleza que a la idea que la persona tiene de sí: mientras más humilde y “servidora” de las leyes que rigen su biología más poderosa es la persona respecto a su vida, su salud, su creatividad, su madurez, su fuerza para resistir los embates del destino y para llevar adelante sus propósitos. Es un contrasentido, de alguna manera. A más poder das a la naturaleza, de más poder gozas para solucionar los retos de una vida plena, compleja y fascinante.

Nada que ver con ciertos aspectos del empowerment laboral de moda que vemos repetidos aquí y allá: el esfuerzo permanente, la tensión, la arrogancia, el desprecio, la avaricia, la creciente insatisfacción.

Sino tiene que ver con la fuerza de fondo, sonrisa en la cara, de quien parece hacer las cosas con mano ligera y caritativa, salud en la mirada y algo contagioso en ademanes y estilo que lo mueve a uno a querer ser como esta persona madura y con un poder de vida fuera de lo común.


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Herencia cultural y salud

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Así como pensamos - así influenciamos nuestra salud. Las personas que pasan enojadas tienden a hacerse úlceras con más frecuencia que las normales, quienes depredan su vitalidad tienden a hacer un cáncer, quienes no saben relajarse tienden a provocar eventos cardio-vasculares, etc. Es un tema que la medicina alopática del día a día ha esquivado sistemáticamente escudándose en mil argumentos cada vez más ridículos y fuera de la realidad (según el refrán lo que no cabe en la caja de lo visible no puede ser verdad o serio). - Hay personas, por el otro lado, que le atribuyen al pensar capacidades sanadoras más allá de toda evidencia repetible en forma consistente.

Las cosas no son tan fáciles como querríamos que fuesen. Pero en algún lugar entre estos dos extremos (pensamos que esto no tiene nada que ver con la salud, el buen pensar cura cualquier enfermedad) hay mucha experiencia que nos hace ser optimistas en el tema. Es probable que continuando con un trabajo cuidadoso y sensible logremos acrecentar y desarrollar el potencial sanador guardado en la naturaleza de las personas.

Hace algunos años ya que estudio el lenguaje y la cultura de los indo-europeos, de esa gente que vivió entre 6000 y 5000 años atrás en las estepas del sur de Rusia, y que esparció su modo de vivir, trabajar, combatir, relacionarse, hablar, matar, robar, rezar, a una vasta área del mundo: Europa, Anatolia y el Cáucaso, China occidental, Irán, India.

Un ingenioso método de investigación se hizo cargo durante los últimos 150 años, más o menos, de reconstruir su mundo. Se inició con la sorpresa de ver que el sánscrito y el griego clásico compartían similitudes aquí y allá, en raíces, declinaciones, conjugaciones, pronombres, números. Con el tiempo y a partir del celta, latín, griego, germánico, hitita, iraní, sánscrito, tochario y otros, estos investigadores han reconstituido más de 2000 (!) palabras de lo que se llama el Indo-Europeo maduro (3000 a.C.). Se han restablecido fórmulas poéticas, rituales, creencias y costumbres. Lo que se sabe hoy de esta gente - que no conoció la escritura y por lo tanto no pudo dejar testimonio concreto de sí - es realmente extraordinario. ¿Qué cosa de su mundo es aún válida en nuestros días?

Para acercarme a una respuesta jugué con una oración inventada así a la pasada: la vaca que está junto al río muge endemoniadamente. ¿Qué palabras están relacionadas con raíces del indo-europeo y tienen sentido o función semejantes? La: hel, vaca: wak, que: kwi, está: sta, junto: yeug/yung, a: hed, el: hel, río: reu, en: en, de: dai, mon: mon, mente: men. Resultado: todas (!).

¡Vaya!, pensé, si esto ocurre al nivel simple de las palabras, ¿qué pasa con las creencias?

El prestigio personal (gloria imperecedera) era el valor supremo en esta cultura y lo ganaba el héroe, el que sabía conquistar y vencer sobre un enemigo considerado malo y perverso, personas, animales, una naturaleza indómita, en fin, lo oscuro desconocido que no estaba al servicio del héroe. Una escala de prioridades muy distinta a la que profesaban los taoístas al otro lado de Eurasia: respeto por los otros, por la naturaleza, sus ciclos y desarrollos, sensibilidad, humildad e inclusión. ¿En qué mundo quiero vivir, qué quiero hacer válido en mi vida? ¿En el carro de qué moda no quiero ir?

El saber de estas cosas con tanta claridad me facilita la toma de decisiones y colabora en la realización de acciones mías más autónomas y con más sentido personal, y como consecuencia, más sanas.


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La vuelta

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

No tenemos suficiente tiempo para hacer las cosas que nos gustan. Andamos más tensos que lo que es sano para nuestra naturaleza humana. La auto-realización personal parece algo válido sólo para los ingenuos, para los retrasados, para los inútiles - a menos que esa auto-realización sea entendida como el triunfo social que muestra a la persona en lo alto de la jerarquía del dinero, de la fama o de ambos.

Hemos vendido el alma a la opinión de los otros.

Y cómo no iba a ser así si educamos a los niños para que crean que los adultos saben todo mejor que ellos, que lo que sienten y anhelan no es lo importante, que tienen un largo camino de aprendizaje por delante hasta que estén en condiciones de opinar en forma adecuada y de hacer en forma correcta. Hasta que sean un soldado más en el ejército recolector de poder y fama de unos muy pocos.

Alimento para clínicas y hospitales, para aseguradoras, para profesionales de todo tipo.

Pero de la naturaleza sana y plena de riquezas de cada uno de estos niños, ¿qué queda una vez adultos?

Este es el escenario en que trabajamos en el CDP. Personas con enfermedades, con disfunciones, con depresiones, con una vida en crisis, con esperanzas incendiadas, seguridades destruidas, paz y serenidad esquivas a no más dar, sin muchas más ganas de seguir y más de una con ganas de morir.

¿Quién eres? ¿Qué te gusta? - No sé, no sé, no sé.

El camino hacia adentro. El ver caer los edificios de esfuerzos y cariños. El darse cuenta de la equivocación básica, del confiar en algo que resulta ser un gran engaño - que el cuento no era válido, que la vida es de otra manera. El sentir una soledad más grande que todo lo jamás imaginado.

Te doy la bienvenida al lugar de los caídos.

Y el lento erguirse durante las semanas que siguen. El recuperar lo postergado durante la educación. El abrirse - todavía lleno de dudas - a emociones, sensaciones e intuiciones. El empezar a creer en lo propio. La enemistad de quienes no quieren estos cambios. La paulatina conquista de seguridad, paz y contentamiento.

No más fama, no más opiniones ajenas sin sentido, no más correr, no más tensión. La vida nueva. El enamorarse de la vida, de la naturaleza, de personas sensatas y naturales, de animales queridos.

Hay personas a quienes no se les dijo que había otros mundos, que sufren y mueren sin haber experimentado la riqueza que abunda para quienes se quieren dar otra oportunidad, otras interpretaciones, otras acciones y otras cualidades de carácter.

Pero para quienes pueden recorrer el camino - durante el inicio duro y sufrido - de vuelta hacia la naturaleza interna propia el mundo vuelve a ser como desde un principio debería haber sido. Al decir de Rilke: maravilloso más allá de todas las palabras.


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La mente

Jens Bücher, Ing.Com.
Fellow, American Institute of Stress

Para la sopa del triunfo use los siguientes ingredientes: agregue de niño una apuesta a ganar cueste lo que cueste, más dos tazas de empeño, una de sagacidad, ya de adulto voluntad de acero, astucia, ocho pizcas de pillería, tres y media de maula, rapidez mental, foco y el mantra: "conquistaré la gloria". Caliente a fuego fuerte, hierva 20 años. Defiéndase de todos. Aproveche la luz antes que se enferme, le abandone la pareja, las parejas que siguen, los niños, la familia, los verdaderos amigos.

Parece broma.

Durante los años 2001 y 2002 dimos en la Universidad del Aconcagua, en Mendoza, el Curso de Estudios Superiores en Pscico-oncología. Médicos alumnos nuestros invitaron un fin de semana a un médico psico-oncólogo de Buenos Aires muy famoso, probablemente el psico-oncólogo más antiguo y famoso del ámbito hispano-hablante en ese momento, para que participara y compartiera con todos nosotros. Durante la cena José Schavelzon me dice con ojos muy pícaros: tenemos que crear una organización que defienda a los enfermos de cáncer adinerados. Yo siempre listo a crear o a seguir una chacota le seguí su buen humor, hasta que me interrumpió en seco y me dijo: lo digo en serio. ¿Cómo así? Sí, continuó, a quienes tienen dinero o un buen seguro les intervienen con más procedimientos y protocolos que a los otros, a extremos realmente incalificables - hay que protegerlos, es en serio, hay que ayudarles. Ellos mismos creen que es un privilegio bien ganado el contar con tanta ayuda y un signo de prestigio el poder pagar todo. Tenemos que crear una organización que sepa protegerlos.

Claro, parecía broma, pero no era. Pasaron los años, nunca creamos la organización, José se fue, pero la conversación quedó claramente grabada en la memoria.

El problema subyacente no es el cáncer, solamente, o el aprovechamiento económico - personal y organizacional - que se puede hacer de él. Es más grave que todo eso: es intelectualizar la experiencia de vida, es bloquear la emotividad, es andar tenso mes a mes, año a año, para fines ajenos a la biología, es desconectarse del lenguaje de la naturaleza, de la propia y de la externa. Es hacer apuestas y aceptar desafíos que no tienen un sentido biológico cercano y arraigado, es creer que la cultura es más importante que la vida, es creer que es necesario triunfar y el mostrarlo a cada paso.

Entonces andan por ahí personas, camino a un cáncer o a otra enfermedad, tensas a no más dar y que intelectualizan todo. ¿Qué son las estrellas?, si ya sé, ya las vi, qué importa. - ¿Beneficencia?, ¿a esa manga de flojos? - ¿Ir a nadar?, no tengo tiempo ahora. - ¿Herí yo a alguien?, pero si nunca estuvo en mi intención el hacerlo, está inventando. - No te pongas pegajosa.

Se me ocurrió el otro día hacer una escala que va de natural a robot y viceversa:
Natural
100 % --------------------------------------------50 %------------------------------------------0 %
0 % -----------------------------------------------50 %----------------------------------------100 % Robot

En el trabajo la escala me puede servir como ayuda diagnóstica (un "robotímetro"): ¿dónde coloco a mi interlocutor, interlocutora?, ¿cuán bien o mal está esta persona?

Y claro, no sirve para solucionar el problema que me mostró José, pero quizás sí le puede ayudar a un enfermo, adinerado o no, a mirar en la otra dirección y así encontrar el camino de vuelta hacia una vida más equilibrada, de mayor riqueza existencial y más sana.


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